Un Bogotá de lluvia diaria. Un tedio vital permanente, como una interminable tarde de domingo bogotano. Un santafereño raízal que ha perdido sus raíces, por inútiles, por obsoletas: secas como las barbas de un ficus.
Ese es el escenario, el ambiente oprimente y el personaje decadente y sorprendido, que no sorprendente, de Sin remedio... Es un largo relato de corte clásico, sin sorpresas, sin altibajos, sin brillo pero con oficio, que nos transmite con minucia -y a ratos casi con sevicia- la atmósfera en que subsiste la vieja oligarquía santafereña, utilizando para ello la sinrazón existencial de uno de sus retoños: Ignacio Escobar, 31 años, casado y dejado por su esposa, poeta frustrado cuyo único proyecto coherente es tratar de escribir en Bogotá un poema épico sobre el sentido de la existencia, "sobre la cual había querido escribir un poema sórdido y espantoso" él, que no logra dárselo a la suya propia. En este camino encuentra dos sinsentidos insuperables: el de su vida no asumida: "y siempre con la misma nostalgia de inacción, de corcho en el remolino; con la misma añoranza del vientre de su madre, penumbroso y caliente, rítmicaniente estremecido por un bombeo de sangre fresca, suspendido en la vida como un globo en el cielo. Pero su madre no estaba ya dispuesta a recibirlo de nuevo en su matriz. Tal vez iba siendo hora de que se incorporara a la vida real". Ya desde el epígrafe se anuncia esta situación, eje generativo del relato: "conozco tus hechos y sé que tienes nombre de vivo pero estás muerto" (Apocalipsis, 3,1). El otro obstáculo está en la naturaleza del medio empleado por "cantarle" a la existencia y a su sentido: la poesía. En efecto, desde su primera salida al "mundo real", se encuentra con unos borrachos desconocidos, Edén Morán Marín y compañeros poetas, con los cuales llega a entender que "una poesía es como cuando uno sabe qué decir, y lo dice". Ese hacer sin saber, ese automatismo verbal, formal y sin contenido, es reflejo o, mejor, expresión de una existencia sin pasión, sin asimiento, padecida y no vivida: "tú [Escobar] no escoges, no intervienes, no puedes distinguir, no puedes preferir, Por eso todo te da lo mismo. Por eso no te pasa nada. Por cobarde". La vida de Escobar y su medio de expresión, la poesía, están agotadas de antemano, vencidas por una realidad que les aparece impuesta, externa al sujeto que por ello queda convertido en objeto, realidad innombrable y por consiguiente incomprensible en el proyecto poético. No deja de tener cierto tufillo decimonónico la escogencia de la poesía como medio de expresión: todo es decadente. E inadaptación fundamental a una realidad extraña. De Y el tedio bogotano se hizo novela, Juan Manuel Ospina.
Antonio Caballero - Sin remedio [pdf]
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