Terratenientes, mineros y comerciantes en el Valle del Cauca Germán Colmenares


Algunas palabras sobre el presente trabajo: todos los testimonios coinciden en que durante el siglo XIX la región del Valle del Cauca conoció una aguda depresión económica. Su participación en el panorama general de las guerras civiles era por entonces bastante notable. Y esta era una consecuencia de la situación económica.
Para todos los observadores el marasmo económico era tanto más chocante cuanto que el Valle se ofrecía a sus ojos como un paraíso en el que sólo parecía faltar el espíritu de empresa. Esta era una verdad a medias. Los viajeros más perceptivos se daban cuenta de que el valle estaba incomunicado y que sólo una ruta segura y permanente hacia el Pacifico podría desembotellar la economía agraria de la región.
Se describen, sin embargo haciendas que provocaban la imaginación con proyectos de cultivos cotizados como la vainilla y el tabaco y en las que los propietarios se limitaban a dormitar su indolencia criolla. Cómo habían aparecido estas haciendas? Hubo un momento anterior en el que, efectivamente, el Valle del Cauca tuvo una etapa de crecimiento gracias a varios factores. Por un lado, la consolidación de una economía minera en el Chocó, en las postrimerias del siglo XVII. Por otro, una evolución favorable en el seno de latifundios inmensos que había conducido a su apropiación por pedazos razonables entre mineros y comerciantes que debían abastecer el mercado minero.
Sería inútil, empero, pretender que la racionalidad económica baste sólo para dar una respuesta convincente a todos los interrogantes que plantea el proceso de una formación económico-social, en este caso las haciendas del Valle del Cauca. Allí surgió en el siglo XVIII una economía agraria esclavista que no era autónoma sino que se derivaba del auge de una economía minera. Por sí sola, la economía agraria -de la que estaba ausente el concepto de plantación y que por lo tanto no estaba ligada a un mercado externo-no hubiera bastado para justificar una inversión tan elevada como la de los esclavos negros. Tampoco la manera como se desarrolló esta economía da bases para un cálculo riguroso de la recuperación del capital invertido en mano de obra. A lo más, puede inferirse una tendencia de largo plazo a través del progresivo desmantelamiento de las haciendas, recargadas cada vez más con hipotecas censatarias aunque con una población esclava en aumento. El colapso posiblemente se produjo al no realizarse la expectativa implícita de los propietarios, de un flujo inverso de esclavos de las haciendas hacia las minas, como en los orígenes se había dado entre las minas y las haciendas.
Muchos esclavos, en efecto, dejaron de emplearse en labores productivas a fines del siglo XVIII. Los precios de estos esclavos, la mayoría "criollos", se congelaron e inclusive se advierte un ligero descenso. Pero sólo una exploración de la historia social, del estilo de las que ha llevado a cabo en Colombia Jaime J. Uribe o en los E.U. Eugenio D. Genovese, y un "modelo" que tenga en cuenta factores tanto ideológicos como cuantitativos, podrían dar cuenta a cabalidad del fenómeno. Alguien preocupado con precisiones "cliométricas" podría argüir que esta combinación invalida los datos rigurosamente cuantitativos. Pero es precisamente lo que suele ocurrir en la historia.
Así, entre este momento brillante del siglo XVIII y la decadencia pronunciada del siglo XIX se suscita una gran variedad de interrogantes, tanto sobre el proceso mismo de la formación de unidades económicas (haciendas con mano de obra esclava) como sobre su estancamiento. La liquidación del sistema esclavista, a mediados del siglo XIX, suele darse como la respuesta más obvia de este último. Pero la decadencia venía de más atrás y seguramente no se localiza en el sistema agrario sino en la explotación minera. Aún más, la liquidación del sistema político colonial debió afectar mucho más a regiones periféricas como la provincia de Popayán, con todo su complejo de relaciones con otras provincias que no estaban confinadas por unos límites nacionales (i.e. la audiencia de Quito). Un cierto equilibrio regional, mal explorado hasta ahora, daba una entidad a zonas como la del Valle del Cauca en el siglo XVIII, y este equilibrio debía ceder frente a un intento de integración política y social diferente. Germán Colmenares. ( De la Introducción)


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